17. Parafilias

Cada persona es diferente a otra, tenemos colores favoritos, a unas les gusta lo dulce, a otras lo salado. Todas tenemos gustos diferente y en el sexo, lo que les pone sexualmente a algunas personas puede ser de lo más variado, encontrando situaciones fuera de lo común y poco habituales.

Las parafilias son patrones sexuales diferentes a los cánones establecidos en la sociedad, algunos psicólogos lo definen como desviación sexual a tratar como conducta patológica. Gracias a que no todos opinan igual.
Las parafilias no convierten a la persona en un enfermo o trastornado, como tampoco lo hacen las más usuales parafilias como la felación o el visionado de pornografía. Si bien algunas parafilias, las mínimas, pueden llegar a ser un delito, la gran parte de ellas no son perjudiciales, al contrario, pueden ser muy beneficiosas para nuestra salud mental y forman parte de juegos y fantasías sexuales siendo totalmente aceptadas y normalizadas por la sociedad.

La fuente del placer puede venir de los más variados puntos, en forma de objetos, como diferentes tipos de vibrador, unos zapatos, vestidos ajustados o de presión, ataduras, vestir de muñecos… en forma de situaciones concretas que nos llevan a una excitación, en determinados espacios o lugares, en un ascensor, una oficina, con personas desconocidas, inmovilización, no ver nada y seguir los instintos del cuerpo…, o también en forma de atracción hacia determinado tipo de persona, uniformados, personas rellenitas, calvas o de mucho pelo en el cuerpo…

Podría comentar sobre varias parafilias, pero vamos con la descripción de tres parafilias y relatar un momento en los que estuvieron presentes en algunos juegos.

Fisting o fist-fucking

El fisting es una práctica sexual considerada extrema y que consiste en introducir la mano en la vagina o el ano. Primero muy lento y suave, y una vez la zona está lubricada y dilatada, el ritmo cambia a más. Si se realiza de forma suave y sin prisas, puede resultar muy excitante, de lo contrario, la brutalidad puede ocasionar graves lesiones. Por eso es esencial comenzar despacio y sin prisas, un previo entrenamiento y gradualidad a la hora de la práctica. La mejor manera es planificar poco a poco la actividad hablando, marcando unos límites y consentimientos, es muy importante crear un clima cómodo y de confianza en la otra persona

A pesar de ser una práctica que conlleva riesgos, las personas que experimentan el fisting lo describen como placentero y excitante. Además, al margen de la intensa estimulación vaginal o anal que se produce, también implica autodescubrimiento de la persona. Muchas personas que lo practican, afirman haber conocido más y mejor su cuerpo; es común sentir una sensación de empoderamiento y que se establezca una dinámica de dominación y sumisión en el juego erótico. Lo mejor es invitar a cada persona a descubrirse y ampliar su repertorio erótico siempre hasta donde se sienta cómoda y desde luego, tomando decisiones sanas en cada momento.

Madrid, verano de 2008. Rebeca y Ana dormían abrazadas plácidamente después de una noche muy cañera, el calor había disminuido y ya el cansancio marcaba presencia. Yo, sentado en un sofá junto a la cama, con un refresco en la mano, disfrutaba mirándolas, aún no tenía sueño y relajado recordaba cada paso que habíamos tenido esa noche desde que comenzamos nuestra fiesta privada.

Pasada la medianoche ya estábamos en el apartamento de La Latina, habíamos cenado en un bodegón del barrio y unas copas en una terraza, pero regresamos pronto.

Rebeca como siempre, con dos copas se calentaba y se ponía muy cachonda y Ana que le gustaba más un conejo que cualquier otra cosa, la seguía el juego que terminaba por implicarme a mí sí o sí.

La cosa comenzó con un hielo de la copa que pasó de la boca de Rebeca a la de Ana, está mordiendo el hielo para sujetarlo, lo fue rozando por el cuello y bajando hacia el pecho de Rebeca, que recibía con gustazo el frio sobre su acalorado cuerpo. La cosa no se paró ahí y Rebeca en una postura más tumbada y relajada fue abriendo el camino para que ese trocito de hielo junto a la boca de Ana, llegará muy lento a su entrepierna. Con el poquito trozo que ya quedaba, fue mojando el clítoris que previamente Ana se había encargado de sacar a la luz. El contraste del frío hielo sobre el pequeño clítoris hacía mover su pelvis en secos movimientos. El hielo desapareció y los labios de Ana tomaron el mando succionando y mordisqueando. Rebeca era muy sensible y en nada estaba gimiendo y acelerando la respiración. Ana conocía muy bien su cuerpo, donde tocar para verla gemir y que hacer para hacerla correrse como loca. La boca abrió el camino a los dedos que comenzaban a jugar a la entrada del húmedo coño, poco se necesitó para que la mano se perdiera en su interior. Como ya lo veía venir, porque el fisting es algo que a las dos les encanta, tomé un bote de lubricante derramando un buen chorro sobre la mano de Ana que por un momento detuvo su masaje. El lubricante se extendió bien por la mano y facilitaba la entrada, El coño se fue dilatando, cada vez estaba más abierto y la mano de Ana desaparecía en su interior sin problema. A cada entrada, Rebeca se dejaba caer hacia atrás la cabeza y curvaba la espalda al mismo tiempo que un fuerte gemido. El coño de Rebeca era un grifo abierto, Ana, dio un paso más, juntando las palmas de las manos cambio de ritmo algo más rápido y ahora con las dos manos entrando y saliendo.

El suelo estaba tan mojado que tuve que acercar una toalla, las manos y brazos de Ana brillaban de las continuas corridas. Después de un buen rato, Rebeca pidió parar y relajarse un poco por agotamiento. Ana estaba muy caliente y pedía guerra, se lavó las manos y fue a por mí. Paso de ir despacio, fue hacia mí, me comió la boca y me pidió que me desnudara. Mi polla con toda la batalla anterior estaba en guardia. Ana me hizo tumbar en el suelo y se sentó encima, llenando de un golpe su mojado coño, aun estando húmedo y deslizante, la entrada fue brusca y me dolió un poco que, como consecuencia de esto, al terminar tenía la polla hinchada y dolorida, algo que duró unos días.

Yo fuera de combate esa noche no pude hacer mucho más. Rebeca se recuperó e iniciaron un largo juego lésbico entre las dos hasta que terminaron rendidas y abrazadas.

Amaurofilia

La práctica de sexo usando una venda que inhibe la visión total. Cubrirse los ojos con una venda es un clásico fetiche muy excitante que aumenta los niveles de dopamina en el cerebro y realza todos los sentidos, potencia el oído, más sensibilidad al tacto y disfrutar más de los aromas y sabores. La utilización de una venda nos puede retraer a sentimientos pasados, causados por razones como la culpa religiosa sobre la desnudez y el sexo, la baja autoestima o los sentimientos inadecuados.

En un relato anterior comenté sobre esta practica en la fiesta privada de Javi y Lucia. La practica de ojos vendados es bastante habitual en fiestas y esta ocasión nos situamos en un encuentro privado de ocho parejas en un apartamento de Madrid.

Me contrataron para preparar todo lo necesario para un encuentro de parejas amigas de una red social liberal, entre ellas solo se conocían por chat y casi todas eran de fuera de la capital por lo que tuve que reservar plazas de hotel y desplazamiento en algunos casos. También preparé una cena de grupo en un restaurante y para el encuentro tenia controlado un apartamento grande y discreto que en otras ocasiones me fue muy bien.

El encuentro sería en sábado y las parejas de fuera contrataron las noches de hotel para el viernes y sábado. La tarde del viernes me fueron confirmando la llegada de las parejas y emplazaba a todas para una cena a las nueve de la noche de ese mismo viernes en un restaurante cercano al hotel. Todas las parejas fueron puntuales y para la hora indicada se juntaron. La noche fue muy bien y acertada para ir rompiendo el hielo entre todos, lo que paso más tarde fue cosa de ellos. Así es, todos se fueron de fiesta.

Para este encuentro necesité un poco de ayuda y Rebeca fue muy buen fichaje. Las parejas fueron llegando casi seguidas y para las diez estaban presentes todos los asistentes. Ofrecimos una copa de cava, vino y cerveza, para que fueran tomando contacto, lo bueno que la noche anterior ya se fueron conociendo y en ese sentido facilitó el trabajo. Habíamos pedido un código de vestimenta apropiado para la fiesta y todos cumplieron. Los chicos debían vestir color claro o blanco, pantalón de tela floja, camisa y zapatos para facilitar la manipulación, vaqueros, camisetas y zapatillas quedaban prohibidos. Las chicas, colores oscuros, vestidos flojos fáciles de quitar. Lencería a elección. Rebeca y yo como organizadores, marcamos diferencia ella de blanco absoluto y yo de negro.

Este encuentro no iba a ser como otros y queríamos que la gente interactuará en los juegos que habiamos preparados. Teníamos muchas horas por delante. Dábamos comienzo el encuentro y el primer juego. Rebeca acercó a las chicas una bolsita cerrada de la que cada chica debía sacar un trocito de cinta y guardarla sin que nadie viera el color. La misma operación se hizo con los chicos. Una vez que todos disponían de una cinta, lo primero comprobamos que las parejas no tenían el mismo color entre ellas. Ya podían descubrir todos y todas, el color que les había tocado.

El juego consistía: chico y chica con el mismo color de cinta se juntaban como nueva pareja y se acomodan en una zona asignada, un sofá, una mesa… disponían de media hora para conocerse tomando una copa, estaba permitido besos y manos ligeras, pero nada más.

De esta forma conseguimos romper los miedos de un@s y posición de liderazgo en la pareja de un@s, que se sintieran con total libertad. También que sintieran un tacto y aroma diferente al habitual de su pareja y familiarizarse con los nuevos. Pasado ese tiempo, Rebeca acercó una bandeja a las chicas de la que debían tomar una venda ancha, cada una era de diferente color y tenía grabado un número. Estas vendas me las preparó mi amigo del sex-shop y cubrían muy bien los ojos y parte de la cara, y eran resistentes a desprenderse solas. Las chicas se cubrieron y cada una apartada y sentada en una zona. Seguido se pasó a los chicos una bolsa con una cinta de color y aparte un papel con un número.

Por asignación se acercó a cada chico con la chica que coincidía en el color. Las chicas mandaban en el juego durante la siguiente medía hora, tenían que desprender el pantalón del chico y practicar una felación, estos no podían hablar. Podían coincidir con el chico anterior o no. Aquí jugaba el olfato y el tacto. Terminado el tiempo dábamos paso al segundo acto. Los chicos se apartaron de las chicas con las que estaban. Ahora por coincidencia de número, el chico tomaba el relevo en la siguiente medía hora. Las chicas a cuatro patas en el suelo y los chicos durante ese tiempo podrían jugar con sus manos en el coño o con el culo y follar si lo deseaban.

Pasado el tiempo los chicos se retiraron y seguido las chicas se quitaban la venda de la cara. Las miradas de estas se cruzaban de uno a otro, porque no sabían con quién habian estado. El juego gustó mucho, pero dejó un poco descolocadas a todas. Trankis.. ahora se cambian los roles. Los chicos eligen venda y se sitúan en la zona asignada. Chicas que coinciden en color se les empareja, los chicos tienen que disfrutar de una buena comida de coño durante el mismo tiempo, medía hora. Los gemidos eran un espectáculo, suaves, agresivos, guarros y muchas risas también. Tiempo transcurrido tocaba números y se recolocaron las chicas con el número asignado. Tiempo de media hora para que cada chica tomara el tiempo a su capricho follando, pajeando o lo que quisiera.

Última parte del juego, una vez que se fueron los miedos y cada persona se controlaba así misma. Barra libre para estar con quién o quiénes quisieran, disfrutando hasta finalizar la jornada. Al principio tod@s estaban un poco descolocados, no sabían si dirigirse hacia su pareja o como habían aprendido esos momentos tomar las riendas y lanzarse. Esto fue por lo que optaron prácticamente todos.

Rebeca y yo con el trabajo cumplido, nos retiramos a otro apartamento paralelo donde podíamos estar solos. Al fin y al cabo, la fiesta era para ellos. Nosotros montamos la nuestra.

Doogging o Cancaneo

Consiste en tener sexo con desconocidos en lugares públicos mientras otros son testigos en mayor o menor medida. Una experiencia llena de adrenalina y excitación de la que muchos se consideran adeptos, incluso parejas más conservadoras. Con la llegada de internet se amplió el abanico y la oferta de nuevas herramientas para propiciar este tipo de encuentros, podemos encontrar muchos foros y páginas especializadas.

Visitar a mi amigo Carlos era costumbre los jueves cuando estaba en la capital. Regentaba un local liberal bastante discreto fuera del círculo de los más conocidos por entonces. Con una clientela más o menos fija y lo mejor es que el local nunca estaba petado y agobiado. Era como esos pubs discretos que todos conocemos en nuestras ciudades, donde tomar una copa tranquila fuera de la fiesta. De normal solía acudir solo porque me gustaba hablar con mi amigo que me permitía descubrir más cosas sobre el ambiente y algunas veces si estaba sobrepasado con la barra, brindar mi ayuda poniendo copas. También me servía para conocer y hacer amistades con gente del ambiente que me presentaban y esto me abría puertas a otros locales o fiestas privadas. Así fue como, de llevar la representación de hoteles de ambiente liberal de Jamaica y México fui abriéndome camino a otra faceta que fue organizar fiestas.

Conocí muchas personas interesantes de las que fui descubriendo temas y prácticas que no tenía ni idea que existían. Se hablaba de dooging, algo nuevo que la tendencia llegaba de Inglaterra, exhibicionismo, voyeurismo, practicar sexo con desconocidos. Todo un cóctel de algo que yo en aquel momento no tenía ni idea, pero debía tener muchos adeptos que lo practicaban. Me interesé por conocer algo más sobre la práctica del dogging, para ver si podía sacar algo orientado a fiestas, si como se comentaba movía a tanta gente podía ser interesante.

Una noche tuve suerte y mi amigo Carlos me presentó a una pareja que llevaba un tiempo practicando dooging. Muy amables se prestaron a comentar conmigo y hacerme una descripción de cómo se desarrollaba. La excitación a la que llegaban y como la adrenalina salía por los poros. Como todo, tenía sus reglas, pocas y sencillas, la primera nunca sus nombres, en este caso eran LeBron y Safira, era el varón el que marcaba quien se acercaba y quién se mantenía de mirón, también qué pasos se permitían. Como me lo expuso me entró curiosidad y acepté acudir con ellos a una quedada.

Domingo pasadas las ocho de la tarde, se paraba junto a mí un Mercedes 300 de color plateado, abrí la puerta trasera y me senté saludando a mis recientes compañeros de aventura, desconociendo el punto de llegada opté por no hablar mucho y dejarme llevar como mero espectador. Ellos al contrario de la noche que nos conocimos en la que estaban muy sueltos hablando, esa tarde no hablaron mucho, se notaba un ambiente un poco alterado de subidón de adrenalina ante lo que venía.

Estábamos a las afueras de Leganés, en un aparcamiento junto al pabellón Europa y las piscinas el Carrascal. Tenía hecha la convocatoria y no se tuvo que esperar mucho. Cuatro hombres se acercaron al coche desde varios puntos, pero ninguno llegó hasta tocarlo manteniendo una distancia. Yo en todo momento me quedé en segundo plano y como si no estuviera, primero en el asiento de atrás y más tarde fuera como observador.

Safira tenía puesta una máscara que ocultaba la cara casi completa y el pelo largo ayudaba en el encubrimiento. Vestía un vestido muy ligero de verano, fácil de manejar. LeBron gafas oscuras y vestido negro completo.

Llegado el momento, Safira comenzó el juego, ella era la fiesta, quien tenía el control y lo sabía, aunque las órdenes las comunicará su pareja al ritmo que ella marcará. Fue descubriendo sus pechos y acariciarlos, mirando fijamente a los asistentes. Se fue calentando la cosa y acariciaba su coño fuerte lo que la llevó a gemir varias veces. Los cuatro visitantes con sus pollas fuera subían el calentón. LeBron, pidió a dos que se acercarán y Safira tomó sus erectas pollas, jugando con ellas metiéndolas por turnos en la boca para mandarlas fuerte. Uno se corría, se apartaba y llegaba otro, así hasta succionar todas. Parecía que LeBron se mantendría en segundo plano, pero cambió lo planteado antes, estaba tan excitado que se quitó el pantalón y colocando a Safira sobre el capó, comenzó a follar con fuerza. Impulsos fuertes que terminaban con un gemido, la adrenalina salía con fuerza.

Terminada la corrida, pidió al chico más joven que se acercara, tendría unos treinta como mucho. Lo colocó en su lugar y casi le introduce la polla el mismo en el coño de ella. El chico tenía fuerza y aguante durando bastante, terminando por correrse sobre el culo de Safira. Otro chico más tomó el relevo, este un poco más mayor, las embestidas fueron fuertes y a Safira le debía gustar porque no paraba de gemir y pedir más fuerte hasta notar la leche sobre ella. Terminado este, desaparecieron todos, la cosa se fue calmando y relajando. Estuvimos un rato más comentando impresiones, para ellos fue fantástico todo y con la libido muy recargada. Para mí como observador en ese momento opté por qué bueno y divertido, todo fantástico, no era momento de un debate de opiniones.

Nos montamos en el coche y regresamos. Ya en mi casa, más tranquilo saque mis conclusiones y pareceres personales. De todas las actividades y prácticas de sexo, parafilias y fetiches que he conocido, lo de esa noche no me terminó de gustar mucho. La inseguridad es total y no solo por las personas desconocidas, el sitio circula gente que no sabes qué puede pasar, la policía pasa frecuentemente y con suerte esa noche paso cuando ya se terminó todo, no tienen ningún control en prevención de enfermedades, ni limpieza de unos a otros. Es el aquí te pillo y aquí te follo.

Sí, reconozco que la excitación se pone a mil y la adrenalina podría mover el motor del coche, pero no me gustó nada, llegando un momento de agobio y vergüenza ajena. Por supuesto descarte realizar cualquier tipo de fiesta sobre el tema.

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