6. Rebeca y Ana, de finde

Marcaban las doce del mediodía en el reloj digital que tenía junto a la cama cuando pude abrir los ojos, la habitación era grande y luminosa, no era mi cuarto, en el suelo seguían varias copas, alguna botella de cava y varios juguetes eróticos huellas de la noche anterior.

A mi derecha dándome la espalda estaba Rebeca que aun dormía, era todo un placer despertar viendo la figura de su cuerpo. De la cocina llegaba sonido de movimiento y muy bajito se escuchaba una canción, reconocí la voz de diego torres en la última noche, me encantaba esa canción, estaba relajado dando vueltas a la pasada noche cuando Ana entro en la habitación portando una bandeja con café, zumos y unos bollitos.

… ¡Buenos días dormilones!  Dejo la bandeja sobre una mesita y seguido subió la persiana, no muy rápido lo que hizo que nos fuéramos acostumbrando poco a poco a la luz del día.

¡Buenos días, Ana, que pronto despertaste!  Respondí.

… ¡Buenos días!  Susurro Rebeca tapándose la cabeza con la almohada.

… ¡Chicos es sábado y tenemos todo el finde para nosotros! ¿qué os parece si nos vamos a tomar un vermut por ahí? ¡Hace sol y calorcito!!  Comento Ana.

¡Por mí perfecto, desayunamos y me doy una ducha rapidita!  Respondí.

Rebeca remoloneando se fue despertando poco a poco, ya llevábamos algo más de dos meses juntos y ya nos conocíamos bien. Rebeca era una dinamita por el día, pero cuando pillaba la cama le costaba despertar.

Serían algo más de las dos de la tarde cuando salimos de casa de Rebeca, vivía en un ático amplio en la zona Lavapiés, una zona que en poco tiempo ha crecido en población inmigrante, restaurantes y comercios de diferentes culturas llenan el barrio de vida.

Fuimos a una bodega cercana y nos sentamos fuera en la terraza, pedimos algo para beber, como era ya la hora de comer decidimos picar un poco.

Era el mes de junio y en Madrid se notaba la subida de temperatura, estábamos los tres muy relajados tomando algo y disfrutando de los rayos del sol, la noche anterior habíamos salido a tomar unas copas por Malasaña y esa noche terminamos en casa de Rebeca. Su ático era muy grande, una cocina, baño bastante grande y lo mejor de todo el amplio cuarto.

¡Bueno chicas!  ¿Qué os apetece hacer hoy?  Pregunte…

… ¡Estoy un poco saturada de alcohol… anoche bebimos un montón!  Dijo Rebeca

… ¡Si la verdad, hoy paso de alcohol y de cargar contigo guapa… que nos costó un montón llegar a casa!  Comentaba Ana entre risas.

Después de un rato comentando las desventuras de la noche anterior, Rebeca nos propuso largarnos a pasar la noche fuera de la capital. Su familia era de Navas del Rey, un pueblo de la provincia de Madrid a menos de una hora de camino, sus padres desde hace ya unos años no vivían en el pueblo, pero mantenían una casita a las afueras donde solían ir algunos fines de semana y las vacaciones. Llamo a su madre y le comento que iría con unos amigos así que se aseguró que tendríamos la casa para nosotros solos.

Pasamos primero por un super para provisionarnos de algo de comida, unas cervezas y refrescos y hacia las cinco de la tarde ya estábamos en camino. Llegamos muy rápido desde Madrid teníamos autovía hasta el mismo pueblo.

La casa de Rebeca estaba en una urbanización a las afueras del pueblo, las casas separadas y un poco apartadas unas de otras daban mucha intimidad. La casa estaba rodeada de un seto alto que impedía ver la parte interior de la finca, aparcamos fuera y entramos cruzando el jardín. Era grande y bien cuidado, dos árboles daban sombra a una pequeña parte de la finca donde se ubicaba una barbacoa, en el lado opuesto sin sombra y donde todo el día pegaba bien el sol una piscina bastante maja. La casa de tres alturas, al entrar se notaba que su interior había sido remodelado recientemente y se respetó la parte de fuera, abrimos los grandes ventanales y sé ilumino el salón que ocupaba casi toda la parte baja de la casa, al fondo una cocina abierta al estilo americano y un servicio no muy grande, en la parte de arriba estaban las habitaciones que eran muy amplias, casi todas con su baño y en la parte más alta el desván, este sin paredes y totalmente abierto, unas mesas de trabajo, algunos ordenadores y trastos de la familia guardados en algunas cajas.

Nos acomodamos y lo primero fue darnos un baño en la piscina disfrutando de los últimos rayos de sol, el agua mantenía una temperatura muy buena se notaba que durante el día daba bien el sol. Pasaba ya algo más de las nueve y nos preparamos algo de cenar en la cocina, comimos ligero y seguido pasamos al salón.

Era una noche muy calurosa, yo vestía una pantaloneta y camiseta, las chicas una blusa de verano flojita y la tanguita del bikini. Mientras yo preparaba unos gin-tonic Rebeca encendía una televisión muy grande que estaba en un lado de la sala y se dejaba caer en un sillón muy amplio, Ana también se tumbó en uno de los sofás. En la tele ponían una película, pero no le prestábamos mucha atención ya que manteníamos una conversación entretenida y divertida.

Llevábamos un par de horas entre risas y copas cuando Rebeca comenzó a calentar el ambiente con comentarios picantes y poco a poco fue entrando en el rol de ama con Ana pidiéndole que le trajera algunas cosas de la cocina o del cuarto, a lo que Ana cumplía sin poner pegas. Como ya comenté en otro relato Rebeca y Ana mantenían un rol ama y sumisa al que yo me integré en el juego como dominante, Rebeca cuando estaba conmigo entraba como sumisa pero siempre marcaba su dominio sobre Ana.

… ¡Me estoy poniendo caliente y me entran ganas de jugar!

Comento Rebeca, colocándose más cómoda aún se abrió de piernas en el sofá colocando una pierna en cada reposabrazos y dio una orden a Ana.

… ¡Arrodíllate aquí y cómete mí coño que me pica un poco! 

A lo que Ana se levantó de su sitio y se arrodillo colocándose entre sus piernas. Con una mano aparto la tanguita y acerco los labios de su boca al coño de Rebeca, su lengua comenzó a jugar con el clítoris y de vez en cuando le daba pequeños mordisquitos a lo que Rebeca reaccionaba con espasmos y pequeños suspiros. Yo desde el sofá en el que estaba sentado y con una copa en la mano contemplaba la escena y cada vez me ponía más caliente.

Ana continuo un buen rato con el juego hasta que Rebeca en una fuerte convulsión levanto y curvo la espalda pegando un grito de placer al llegar un orgasmo. Con las manos aparto hacia atrás a Ana y se dejó caer sobre el sofá entrando en relajación por unos instantes. Ana permanecía de rodillas esperando una orden nueva, pasaron unos segundos en los que de Rebeca solo se oía suspiros de recuperación.

¡Ana ven!  La ordene.

Ana sin ponerse de pie gateo hasta mi posición, mi mirada lo decía todo y no hizo falta dar orden alguna. Comenzó a jugar por encima de mi pantaloneta, su boca buscaba dar mordisquitos a los lados de mi polla que ya estaba bastante dura. Sus manos se colaron por dentro de la pantaloneta y terminaron por quitármela, tomando con una mano mi polla ya totalmente libre quedo a su entera disposición, jugo con ella durante un rato hasta que paso a meterla en la boca realizando un buen trabajo oral en el que el roce y la humedad de su boca hacían que la excitación fuera cada vez más peligrosa y que casi llegara a correrme, la ordene parar y muy obediente retiro su boca de mi polla.

La puse de pie y la desnude, Ana dejo ver su espectacular cuerpo moreno me hipnotizaba, con los hermosos pechos erguidos. No me di cuenta de que mientras Ana me la estaba comiendo, Rebeca se había levantado y salido del salón. Tenía delante de mí a Ana desnuda y en ese momento entro Rebeca, vestía un vestido de licra negra, muy ceñido al cuerpo, con un corsee morado apretado que dejaba los pechos fuera por completo y unos zapatos de tacón alto, en las manos traía unas cuantas cuerdas.

… ¡Vamos a preparar nuestro juguete para esta noche!

Agarro de los brazos a Ana y los llevo hacia su espada, fue pasando la cuerda por sus brazos y después de unas vueltas la mando arrodillarse, las vueltas de la cuerda fueron atando los brazos y las piernas dejándola en una posición apoyada sobre las piernas y de sumisión total. Una excelente posición que la dejaba inmóvil y nos brindaba su vagina y ano a nuestra total disposición.

Rebeca comenzó a jugar con ella estimulando la vagina que ya estaba muy lubricada, sus dedos se movían con soltura entre el clítoris, se lo conocían muy bien y sabían dónde apretar para que Ana entrara en convulsión, no tardó mucho en comenzar a brotar de su coño una cascada de leche, Ana era de las de flujo brutal.

Aparte a un lado a Rebeca, de un tubo de vaselina volqué un buen puñado en la mano y la extendí por toda la mano y parte del brazo, comencé a introducir los dedos muy despacio, primero dos, luego uno más, así hasta que fue la mano entera la que entro, su coño se había dilatado mucho con mi mano, los movimientos fueron cada vez más fuertes y Ana entre orgasmos gritaba de placer soltando muchos aspavientos. Su coño ya estaba muy dilatado, Rebeca tomó nota y en poco relevo mí mano con la suya follando el coño de Ana a buen ritmo. Rebeca con la otra mano libre tomó una polla de goma enorme y ésta hizo el cambio de su mano sin dejar siquiera que Ana se recuperarse, tenía mi mano muy mojada por la vaselina y los fluidos así que mis dedos no tuvieron mucho problema para comenzar la exploración del ano que se abrió como una flor al recibir el rocío de la mañana.

Era como tener dos enormes pollas rompiéndola entera, una enorme de goma por el coño y mi mano penetrándola por el ano que entraba y salía de tal forma que toda la mano y parte del antebrazo se colaban en su interior. Los movimientos eran tan grandes que Ana dejo de gritar y gemir entrando en un éxtasis total, con los ojos abiertos sin un punto fijo. De la boca ya solo salían aspavientos y del coño y el ano un mar de fluidos al mismo tiempo dejando el suelo encharcado. Perdimos la cuenta del tiempo que estuvimos dándole caña y mientras yo me ponía otra copa Rebeca desato a Ana que se quedó echada relajándose.

Rebeca vestida de licra negra y el corsee morado estaba rompedora y el juego anterior me había puesto a tope, le pedí que se pusiera de rodillas delante de mí, agarre mi polla que estaba muy dura y se la metí en la boca, la agarre del pelo por la nuca y le marque los movimientos adelante y hacia atrás.

Ana ya bastante recuperada se acercó a mí y nos morreamos mientras rebeca mamaba mi polla, al rato separe la cabeza de Rebeca y la indique que se pusiera de pie y se diese la vuelta, desabroche dos corchetes que tenía en la ingle y deslice parte de su traje hacia la espalda quedando libre su precioso culo, apoyando mi mano sobre su espalda y con un movimiento suave de empuje Rebeca se puso a cuatro patas en el suelo, indique a Ana que se pusiera el arnés con la polla de goma y la acerque al cuerpo de Rebeca, la polla de goma entraba lentamente en el mojado coño de Rebeca que gemía con cada movimiento, no tardo en correrse lo que hizo que Ana relajara el ritmo y lentamente se retirará un poco agotada, momento en el que me puse de rodillas detrás de ella, Ana con su mano masajeo un poco el coño de Rebeca que estaba muy mojado, con la otra tomo mi polla y la llevo hacia la vagina, fui penetrando su coño con envestidas fuertes, una y otra vez durante un buen rato notando varios orgasmos de Rebeca. Así estuvimos entre varias posiciones y cuando indique, Ana puso su boca a la altura de mi polla y esta sirvió para recoger el semen mientras me corría.

Como Ana había sido la que más presión tuvo esa noche, indique a Rebeca que se tumbara boca arriba, Ana se colocó sobre su cara y puso su coño sobre la boca de esta, Rebeca le pego una buena comida y Ana termino por correrse en su boca, con una señal indique a Ana que era el momento y comenzó a orinar en la boca de Rebeca, la caliente lluvia dorada brotaba de su boca, no era la primera vez que lo hacían y a Rebeca le encantaba.

Terminamos con una buena ducha, serían las siete de la mañana cuando los tres nos metimos en la misma cama como siempre lo hacíamos cuando estábamos juntos, las chicas estaban muy traviesas y continuaron jugando entre ellas y claro está con mi polla.

El domingo por la tarde regresamos a Madrid, terminando un buen finde.

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