Hace unos años por motivos de trabajo me tuve que desplazar a vivir unos meses a Madrid, tenía la oficina en el centro de la ciudad en el barrio de La Latina .
Al principio de lunes a viernes me alojaba en un hotel cercano mientras poníamos en marcha la oficina, como tenía que estar por lo menos un año decidí alquilar un piso, no era muy grande pero bastante cómodo, eso sí, estaba relativamente cerca de la oficina para lo que es la ciudad, concretamente en el Paseo de Extremadura.
Todos los días a eso de las dos de la tarde hacia un descanso para salir a comer, primero daba un pequeño paseo y después entraba en alguno de los restaurantes cerca de la oficina. Al final por cercanía, comodidad, se comía bien y me encontraba a gusto me hice habitual de uno restaurante que estaba paralelo a Gran Vía en la calle Preciados, me pillaba cerca, la comida era buena y la gente que trabajaba eran muy majos. Comía siempre en una mesa solo, el repetir sitio cada día me hizo coincidir con otros comensales habituales, trabajadores de oficinas cercanas, tiendas, etc…
Llevaba algo más de dos meses ya, un día llegaron a comer dos chicas, que se sentaron en una mesa junto a la mía, venían llenas de bolsas por lo que deduje que estaban de compras por la zona, las dos de pelo moreno y de unos veintinueve años, una de ellas por el acento era de Madrid y la otra un poco mestiza tenía acento hispanoamericano, las dos se gastaban un buen tipazo y era inevitable no fijarse en ellas.
La chica española, vestía una falda corta negra con flecos, zapatos de tacón con diseño de tirillas negros y una camisa blanca con estampados cuadrados grises. La otra un vaquero azul súper ceñido que hacía un culo precioso, zapatos crema y una camisa blanca.
Como estaban muy cerca, sus conversaciones eran como si estuviéramos todos en la misma mesa, hablaban de lo que se habían comprado y de trabajo, pero no pude identificar a que se dedicaban, por lo visto ese día las dos tenían fiesta y lo aprovecharon para ir de compras. La comida fue como cualquier otro día, termine de comer antes que ellas, tome mi café y me fui.
Pasaron unos días y volvimos a coincidir en el comedor y a la misma hora, estábamos en verano y Madrid en pleno julio calienta fuerte. Esta vez las dos venían con pantaloncitos shorts vaqueros muy ceñidos al cuerpo, camisa suelta de color blanco una y la otra con una camiseta de tirantes blanca. Eran de la misma altura 1,70 más o menos, me fijé en sus piernas, estaban muy morenitas y guapísimas como el primer día que las vi. En los siguientes días volvimos a coincidir varios días alternos por lo que pude comprobar que eran casi habituales.
Como siempre comía a la misma hora, el camarero con el que ya tenía buena sintonía me guardaba la misma mesa junto a la ventana, ellas solían comer muy cerca de mi mesa, lo más habitual al lado de la mía. Al vernos frecuentemente me saludaban al llegar y como yo me marchaba el primero volvía a saludarlas al irme, como ya fuimos coincidiendo varios días, los saludos fueron pasando a alguna charla esporádica, ya sabéis, que calor hace, que tenemos de bueno hoy y cosas así.
Un viernes, llegué y el local estaba súper lleno, menos mal que mi mesa siempre estaba guardada, me senté, no había pedido aun la comida y vi entrar a una de las chicas, la madrileña, ellas no tenían mesa reservada ya que como decía no venían de fijo a diario. Me choco que estaba solo ella, se quedó mirando la sala buscando una mesa donde poder sentarse, pero todas estaban ocupadas. Me saludo con la mano desde la entrada y yo al saludarla con la mano la invite a sentarse en mi mesa, al llegar me dijo..
… ¿No te importa de verdad?
… ¡Es que está lleno, si vendría con mi amiga nos iríamos a otro sitio a comer, pero hoy estoy sola y no me apetece ponerme a buscar donde comer.!
¡Para nada, por favor para mi será un placer además un poco ya nos conocemos no? Así que da menos corte.!
… ¡Gracias de verdad te lo agradezco! Bueno nos conocemos un poco pero no nos hemos presentado, me llamo Rebeca.!
¡Yo Carlos, encantado de volver a saludarte.!
La chica venia como cada día, impresionante… con un vestido azul marino ajustado, no era muy corto le llegaba un poco más arriba de las rodillas y unos zapatos del mismo color, con el moreno que lucía estaba resplandeciente y más de un comensal se quedó pasmado mientras ella cruzaba la sala. En ese momento con una chica así en mi mesa me sentía el tío más importante de la sala. Al llegar el camarero comento, ya lo siento, pero estamos muy llenos hoy, menos mal que al menos ya os conocéis un poco y podéis compartir la mesa. Yo para mi pensaba, no sabes lo que me agrada esta situación y que se repita por favor.
La conversación al principio fue muy típica, como esta esto de lleno y cosas así, poco a poco fuimos rompiendo el hielo. Me comento que su amiga se llamaba Ana, era de Colombia y ese día no pudo ir a trabajar al encontrarse enferma.
En la conversación hablamos de nuestros trabajos, me pregunto de donde era yo, en que trabajaba y si llevaba tiempo en la capital, luego me comento que ellas trabajaban en una conocida tienda de moda de la Gran Vía.
Al terminar de comer nos trajeron las dos cuentas y no la deje pagar, no quería que la invitara, pero al final acepto. Me lo agradeció y me dijo si tenía tiempo como para invitarme ella a un café, como no, dije que sí y nos fuimos a una terraza cercana. Estuvimos casi dos horas charlando muy a gusto, ella no tenía mucha prisa ya que entraba a las cuatro y media y yo soy jefe llamé a la oficina que llegaría un poco más tarde. Ya teníamos un poco más de soltura y charlamos un poco de todo, de viajes sobre todo que es a lo que yo me dedico y también de la noche de Madrid y de nuestros gustos, el tiempo paso rápido y al despedirnos nos dimos un par de besos.
El lunes durante toda la mañana estuve pensando en si ese día coincidiríamos en la comida. Llego la hora y me dirigí al restaurante, llegue unos minutos más tarde de lo habitual, no sin querer claro, sabiendo que ellas llegaban siempre después de mí, apenas llevaba unos minutos y las vi entrar a las dos, como siempre espectaculares, guapísimas, Rebeca me saludo con la mano desde la entrada, tenía una mesa al lado vacía y al llegar me dijo..
… ¡Hola Carlos, (me levante y nos dimos dos besos) te quiero presentar a mi amiga Ana!!
¡Hola que tal Ana, encantado!!
… ¡Oye te parece si nos sentamos contigo a comer? Pero si pagamos cada uno lo nuestro ¿vale?!
¡Venga vale, pero hoy me toca invitar al café a mí, ¿ok?!
Rebeca ya tenía una cierta confianza conmigo y estaba más suelta en la conversación, Ana un poco cortada hablaba algo menos pero bien, yo por romper un poco más el hielo con ella, comentaba que conocía su país y hablamos de sitios de allí lo que hizo que se fuera soltando un poco más.
Después de comer fuimos a la misma terraza de la vez anterior, ya la conversación era más distendida y fuimos tomando más confianza. Rebeca era muy coqueta, salsera y un poco picantilla. Ana, latina de sangre caliente, se fue soltando y resulto muy atrevida al mismo tiempo que divertida. La conversación poco a poco fue subiendo de tono y comentamos del tipazo que tenían y que pegaban mucho con su trabajo. Creamos buena conexión y me dijeron que hacía después del trabajo.
… ¡Madrid también es noche y si quieres podemos salir a tomar algo y te enseñamos la ciudad.!
Lo que ellas no sabían es que yo la noche de Madrid la conocía bien de hace muchos años.
Esa noche nos encontramos a eso de las diez en la Plaza de Callao. Venían vestidas de infarto, era una noche calurosa de verano, las dos con vestidos muy ajustados y tacones altos. Rebeca de blanco marfil con tirantes que resaltaba más su moreno y un súper escotazo, Ana un rosa palo con un hombro al aire y la otra parte media hombrera, también con buen escote. Me fijo mucho en la ropa, he trabajado con diseño y pasarela y me encanta una mujer que pone gusto al vestir.
Fuimos a cenar a un restaurante japonés cercano, la cena transcurrió normal, con algunas risas y conociéndonos un poco más.
¡Bueno, donde me vais a llevar esta noche!! – Pregunte.
… ¡Pues hemos pensado en pasar de discotecas y tomar unas copas por Malasaña que te parece?! – Comento Rebeca.
¡Ok perfecto!!
Fuimos por varios bares y la noche se fue animando cada vez más. Descubrí una faceta de Rebeca que me atraía mucho, era más picantilla todavía con unas copas, de tal forma que las conversaciones sobre sexo fueron cada vez más subidas de tono. Ana la seguía en el juego con mucha complicidad. Me tiraban de la cuerda para ver hasta dónde podía seguirlas y si me cortaba, pero no me conocía bien hasta donde puedo llegar. En varias ocasiones algún que otro tío intento entrarlas, pero estas no solo pasaban de ellos si no que se arrimaban a mí tonteando o dando insinuaciones de pareja lésbica.
Los bares comenzaban a cerrar y nosotros estábamos muy a gusto, no teníamos intención de ir a ninguna disco y Rebeca me propuso tomar unas copas en mi piso, tomamos un taxi y en quince minutos estábamos sentados en el sofá de la sala, con unas copas en la mano y con muchas risas.
Comente que por un tiempo trabaje en pasarela y Rebeca comenzó a tontear imitando que desfilaba para mí, reímos y fue cuando yo comencé a tirar ahora de la cuerda.
¡Bueno Rebeca lo haces muy bien, eres una modelo perfecta para ropa de noche, pero ¿qué tal si nos haces un desfile de lencería?!
… ¡Eeeeh eso me gusta…. Pero si Ana se anima conmigo.!
Ana se reía y al principio decía que no, pero ante la insistencia de los dos, se decidió a ponerse de pie.
… ¡Bueno vale lo hacemos, pero no te rías de nosotras vale! – Comento Ana.
¡Yo voy a estar muyyy calladito, y al final igual os daré un aprobado, ok!!
Rebeca comenzó la primera a desvestirse y medio en risas fue simulando un striptis, primero dejo caer el tirante izquierdo y seguido el derecho, el vestido fue bajando muy despacio, a la vista quedaba un sujetador blanco sin tirantes que cubrían sus preciosos pechos, la niña gastaba más menos una talla 90 de pecho. El vestido siguió bajando hasta dejarlo caer a sus pies, la visión de un minúsculo tanguita blanco y ese culito moreno me puso cardiaco, tenía un cuerpo precioso, unas curvas perfectas, yo notaba que se me ponía cada vez más excitado. Ana se hacia la remolona a lo que Rebeca le insistió.
… ¡Guapaaa, vamos nena enséñanos ese cuerpazo. uuu!
Ana se fue animando y dejo caer su vestido más rápido que Rebeca. La lencería era muy parecida a la de Rebeca, también era blanca lo que hacía resaltar su piel mestiza. Cuando se dio la vuelta pude contemplar un hermoso culo solo cubierto por el fino cordón de la tanguita. Comenzaron a pasear de un lado a otro de la sala, imitando un pase y al mismo tiempo con posturas insinuantes y muy atrevidas, lo que me ponía cada vez más cachondo.
… ¡Ahora nos tienes que puntuar y que sea buena nota! – Dijo Rebeca.
¡Bueno vamos a puntuar la sensualidad, os puntúo con un siete a las dos y por pase un cinco raspadito!!
… ¡Comooo.. solo eso, si lo hacemos muy bien! Protesto Ana.
… ¡Bueno y si probamos a subir nota! Respondió Rebeca
¡Todo es posible!
En ese momento Rebeca le hizo un gesto con la cabeza a Ana que estaba al fondo de la sala y ésta agachándose se puso a cuatro patas y como una gatita fue gateando hasta ella, pude confirmar lo que ya pensaba después de ver varios gestos y situaciones de toda la noche, entre ellas había algo más.
Fue gateando hasta llegar al lado de Rebeca que se encontraba de pie en mitad de la sala. Al llegar, Rebeca con una mano la tomó de la barbilla levantando su cara, le susurro algo y seguido dijo:
… ¡Ve…!
Ana gateo hacia mí que estaba sentando contemplando como esa pantera que no gata, se acercaba cada vez más mirándome y al mismo tiempo abriendo la boca pasaba su lengua por los labios rojos intensos, cuando estaba junto a mí comenzó a frotarse en mis piernas como un minino al mismo tiempo que de su boca salían unas palabras….
… ¡Miau, miau, miau.!
… ¡Te gusta mi gatita Carlos! – Comento Rebeca.
… ¡A partir de ahora jugaremos un poco con ella ¿quieres?!
Ellas dos mantenían un rol de ama y sumisa, en la que Ana era la sumisa.
… ¡Mi gatita siempre es muy mimosa conmigo, y ahora le he pedido que lo sea contigo… hoy está en celo y está mucho más mimosa al ver un gatito macho.!
Rebeca me dejo caer ese cometario buscando chantajearme y que fuera su gatito a cambio de montarme a su gatita, pero se equivocaba, tocaba con una persona a la que le encanta el juego y la dominación, y pronto le di la vuelta a la tortilla.
¡Rebeca ven aquí a mi lado quiero decirte algo! – Le dije.
Quería probar la fuerza que tenía como ama o si era más bien una principiante con morbosas ideas. Cuando se acercó a mí, con mí mano acerque su cara y la bese, mi lengua rompió la frontera de sus labios y penetraron con fuerza en su boca, ella me siguió en un largo morreo, me separe de sus ardientes labios y acerque mi boca a su oído y con la firmeza de una orden la dije.
¡Rebeca, yo no soy un gatito si no un león, el rey de la manada y tú vas a ser mi leona! Ahora las ordenes las voy a dar yo, te gusta mandar a tu gatita porque tú eres una gata reina, pero ha llegado quien te va a mandar a ti.!
¡Ponte a cuatro patas ahora!!
Rebeca me respondió bajito
… ¡Sabía que tenías algo me ponía loca de cachonda y no me equivocaba, si mi rey me pongo a tus pies!!
A cuatro patas se puso a ronronear al igual que Ana, rozando su cuerpo con mis piernas esperando que yo les mandara.
En un tono firme y con la voz un poco más alta comente.
¡Bueno ahora vamos hablar claro, hasta ahora erais dos gatas solitarias en la que una mandaba sobre la otra. Ahora he llegado yo, un león, os voy a llevar por mi camino, espero seáis obedientes y muy complacientes. Si es así os recompensare y si no os castigare.!
¿Estamos de acuerdo?
… ¡Siii ..! respondieron las dos en un bajito susurro que salió de sus bocas, las bocas de dos gatitas en celo.
¡Lo primero, las gatas nunca llevan nada de ropa encima así que quitaros todo…. Ahora. Yo diré cuándo y lo que os podréis poner.!
Las dos se pusieron en pie, echaron sus manos hacia atrás y desabrocharon los sujetadores, primero me fije en Rebeca, al descubierto quedaron unos senos preciosos y duros, los pezones eran pequeñitos en punta, se notaba su excitación, los pechos de Ana no se quedaban nada atrás, eran un poco más grandes, pero bien puestos, también sus pezones estaban tiesos sobre una aureola algo más morena. Al quitarse las dos el tanga pude comprobar que las dos estaban completamente rasuradas.
Se volvieron a colocar a cuatro patas moviéndose como gatitas en celo esperando que mi voz les dijera su siguiente paso. Yo estaba muy cachondo y esa noche lo que quería era follarme locamente a las dos, ya tendríamos muchas noches para juegos más intensos.
¡Ayudarme a desnudarme!!
Me puse de pie y muy despacio Ana me fue quitando la corbata y la camisa, Rebeca se encargó de la parte baja, me soltó el botón del pantalón, bajo la bragueta y fue bajando mis pantalones hasta quitármelos, ya estaba solo con los bóxer, en una completa complejidad una a cada lado fueron bajando el bóxer a lo que fue apareciendo mi pene depilado y erecto al máximo por la excitación. Aunque las dos no dejaban de mirar mi pene y se pasaban la legua por sus labios húmedos, ninguna de ellas se atrevió a tocarlo, esperando una orden mía.
¡Quiero que saquéis ese celo y como gatas me comáis, quiero las dos lenguas envolviendo mi polla!!
Al instante sus lenguas se mezclaron con mi polla, las salivas se mezclaron y empaparon mi erecto pene, rebeca tomo la iniciativa y se la fue metió en la boca, comenzando un movimiento hacia su garganta con un juego de lengua al mismo tiempo. Ana succionaba con la boca mis testículos y pasaba su lengua hacia mi ano.
Con ese juego estuvimos un buen rato llegando al punto de casi correrme varias veces, pero pude aguantar. Aparte a las dos, colocando a Rebeca sentada en el sofá con las piernas abiertas, tome de la melena a Ana y la acerque a la entrepierna de Rebeca. Con ese gesto quise que Rebeca viera que Ana seguía siendo su sumisa.
¡Quiero que lamas muy bien a tu ama hasta que se corra en tu boca, mientras yo te voy a calmar el celo!!
Aquella escena me ponía a mil, las nalgas de Ana eran duras, se notaba que las dos iban al gimnasio cada día. Acaricie con mi mano su vagina, localizando el clítoris y jugando un poco con el mientras contemplaba como comía el coño rasurado de Rebeca, la cara de esta reflejaba placer y me daba un si con su cabeza, un sí de satisfacción, de aprobación y que quería que poseyera a su gatita. El coño de Ana comenzó a ponerse muy húmedo, abriendo más las piernas pedía que la poseyera, metí dos dedos en él notando como se inclinaba hacia adelante cuando lo hice, seguido me lleve los dedos a mi boca para saborear ese jugo divino. Tomando mi polla que estaba súper dura, la coloqué a la entrada del húmedo coño y la metí de un solo golpe, no hizo falta fuerza alguna, estaba chorreando, su boca paro un momento de lamer el coño de Rebeca para soltar un aaah y seguido continuo con su tarea.
El movimiento sobre Ana fue un continuo vaivén, agarraba su cintura y la traía hacia mí con un golpe cada vez más fuerte. Cuando bajaba la intensidad soltaba su cintura y subía mis manos hacia sus tetas, me encanto tocárselas, estaban duras y los pezones también. Rebeca dio un pequeño grito de placer, se estaba corriendo en la boca de Ana.
¿Te gusta cómo te come tu gatita?
… ¡Sii me encanta.!
¿Te corriste ya?
… ¡Varias veces, esta fue la más fuerte.!
Saque mi polla del coño de Ana, bese sus nalgas y seguido di un cachete que sonó muy fuerte.
¡Ahora vamos a cambiar y Ana es la que se va a sentar!!
Ana rápidamente se sentó y abrió las piernas, con cara de desear la lengua de su ama.
¡Te lo ha comido alguna vez! – Comente
Ella con la cabeza lo negó sin soltar una palabra.
¡Pues ahora te lo va a comer porque yo se lo voy a pedir!!
Puse a Rebeca a cuatro patas y dejé caer en su oído.
¡Quiero que ahora se lo comas tú, ya aprendiste como se hace y mientras te voy a follar, ¿entendido?!
Con la cabeza lo afirmo y acerco la boca al húmedo coño de Ana comenzando a comérselo. Tenía unas enormes ganas de follarme a Rebeca, reconozco que me ponía mucho más que a Ana, pero para darla una pequeña lección la deje para el final. Tenía ante mí un culo hermoso y duro, moje mis dedos en la boca de Ana que ya estaba con la cara descuadrada de placer, los lleve al coño de Rebeca para humedecerlo un poco y no hacerla daño, al igual que con Ana de un solo golpe estaba dentro, como se movía la muy puta, se notaba que tenía ganas. Entrando en un vaivén entre su coño y mi polla estuvimos un buen rato, volví a mojar los dedos en la boca Ana y esta vez los lleve a su rosadito ano, con pequeños círculos fui mojándolo hasta que poco a poco uno de mis dedos estaba ya dentro, era un placer estar follando su coño con mi polla y con mi dedo el ano, metí otro dedo más, lo fui dilatando hasta que vi que estaba bastante abierto, me apoye sobre su espalda para que mi boca alcanzara su oído y bajito le dije.
¡Ahora te voy a follar este culito, mi culito, hasta correrme dentro de ti!!
Con la cabeza afirmo sin dejar de lamer el coño de Ana que no dejaba de correrse una vez más. Saqué la polla de su coño, estaba muy mojada así que no tuve que lubricarme nada, colocando la punta en el ano fui metiendo la polla muy despacio, con movimientos muy suaves, Rebeca se inclinó hacia delante cuando noto que la penetraba por el culo, pero rápidamente volvió a ponerse en su sitio. Poco a poco tenía mi polla dentro, notaba su presión, mientras con una mano acariciaba su clítoris para que siguiera lubricándose, el movimiento cada vez iba a más, le gustaba se notaba que no era su primera vez. Así estuve un buen rato, hasta que ya no podía aguantar más, aceleré el ritmo de mis golpes hacia su culo lo que hizo que dejara de lamer y gritara de placer. Me corrí dentro de ella, fue una pasada, pocas veces estuve tan salido. Me recosté sobre su espalda un momento para recuperarme, seguido saqué la polla del ano, estaba muy húmeda con sus jugos y mi semen, colocándome de pie agarre del pelo a Ana y la puse a limpiarme la polla con su boca, mientras Rebeca apoyaba la cabeza en el sofá, se recuperaba y contemplaba la escena.
¿Te ha gustado? …dije mirándola. Ella esta vez me respondió.
… ¡Me ha encantado y ahora sé que tú eres mi rey, mi amo, las dos somos tuyas!!
Apartando la boca de Ana, me senté en el sofá y una a cada lado se sentaron junto a mí, apoyando sus cabezas en mí, mientras descansábamos. Rebeca acariciaba mi pene que ya estaba en reposo, me gustaba sus movimientos con la mano, me acerque a su cara y bese sus labios seguido de un morreo. Ana metió su dedo en mi boca y por primera vez desde que tomo su rol de sumisa hablo.
… ¡Yo también quiero un beso así y quiero decirte que seguiré siendo la gatita de mi ama y como tú eres el amo de las dos te obedeceré en todo lo que me pidas!!
Rebeca se me adelanto dándola un buen morreo, después acerco los labios a mi boca y nos dimos un morreo tan intenso como el anterior beso a Rebeca.
Esa noche se quedaron a dormir conmigo. A la mañana siguiente se levantaron antes que yo, me desperté al escuchar el agua de la ducha, al rato entro Rebeca en el cuarto y me dio un beso.
… ¡Buenos días, cielo, levántate y desayunamos todos juntos!!
Me levanté y fui a la cocina, Ana se acercó y también me beso seguido de un, buenos días. Hablamos un rato y comentamos lo que ocurrió en la noche. Les encantaba esa nueva situación y se propuso seguir el juego, dejamos claro que durante el día y delante de la gente éramos unos buenos amigos y que en el juego las dos serian mis sumisas gatitas.
Se fueron antes que yo ya que tenían que pasar primero por su casa antes de ir a trabajar. Yo terminé de prepararme y me fui para la oficina.
Al mediodía comimos juntos otra vez. Esta vez ya las conversaciones eran más sueltas y divertidas.
Nos vimos muchas más veces y como estaba muy a gusto con ellas, más de un fin de semana me quedaba en Madrid, disfrutando de mis dos gatitas.
Así estuvimos varios meses, continuamos un tiempo hasta que yo terminé mi trabajo en Madrid y tuve que regresar. Ana se desplazó a vivir a Sevilla, aunque subía mucho a Madrid para encontrarse con Rebeca. Yo cada cierto tiempo me escapaba unos días y Rebeca se venía conmigo al hotel, un día me llamo y me dijo que estaba saliendo con un chico y que estaba enamorada. Él no sabía nada de su rol y que tampoco quería que lo supiera, tranquila no pasa nada, somos adultos y lo hemos pasado muy bien juntos y podemos continuar siendo muy buenos amigos, comente. Esto ya hace unos años, alguna vez me llega un email de ella, felicitándome la Navidad. Esta felizmente casada y tiene una preciosa niña, yo feliz por ella.
De Ana no supe nada más, según Rebeca se fue a Colombia y poco más.
Iré comentando varios relatos de los tres.
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