Mi primer ordenador personal lo compre a principios de los noventa, un Apple Macintosh Performa, era un aparato muy grande y con características muy básicas, ahora cualquier teléfono móvil tendría muchísima más capacidad de almacenaje y memoria.
Muchos he tenido desde entonces entre sobremesa y portátiles, siempre se me dio muy bien montar y repararlos.
La mañana del lunes la oficina estaba muy tranquila, octubre siempre baja mucho el trabajo. Era mediodía cuando sonó mí móvil.
…¡Hola! ¡Soy Carlos!
¡Hola! ¿Qué tal estás? ¿Cuánto tiempo?
Carlos era el marido de Marian, una pareja aragonesa con la que hice amistad en las fiestas del chalet, hacía ya unos meses que no sabía de ellos.
Hablamos un buen rato, hablamos de nosotros y nos pusimos al día.
…¡Tengo un problema con un ordenador, ya no sé por dónde tirar y he pensado en ti! ¿Por qué no te vienes el sábado y cenamos en casa?
¡Ok! ¡No tenía nada para el sábado y me parece estupendo que nos podamos ver!
Una pareja muy agradable, él trabajaba como ingeniero para una empresa alemana y Marian enfermera, en sus ratos de ocio actriz en teatro y cine.
La semana pasó muy rápido, también recibí la llamada de Marian que me saludó emocionada y para preparar cena, ver si era de carne o vegetales.
El sábado salí de casa para las cinco de la tarde, nunca había estado en su casa y tenía dos horas largas de coche. Primero hice una breve parada en el super, donde compré una botella de vino. Puse el destino en el navegador y comencé la marcha.
Al llegar, el barrio era todo casitas tipo chalets con bajo y planta, y no me fue difícil encontrar el número. Llamé al timbre y el primero que salió a saludar fue un pequeño perrito moviendo la cola y dando saltos. Se abrió la puerta y Marian y Carlos me recibieron con besos y abrazos emocionados de volver a verme.
Pasamos a la sala donde tenían preparado un aperitivo, tomamos un vino y estuvimos un rato hablando. Carlos me llevó al despacho donde tenía el ordenador y me puse a ver qué fallos encontraba. No me costó mucho ver el problema, se encendía bien, pero en minutos se apagaba. La solución fue fácil, desmontar la fuente de alimentación y limpiar, la entrada de aire estaba obstruida y eso hacía que se parará rápido, limpieza interna de placa y caja. Después de comprobar que ya no se paraba y que todo marchaba bien, me puse a realizar un mantenimiento del sistema que me llevaría un rato.
María se sentó en la butaca de al lado haciéndome compañía mientras Carlos preparaba la cena. Era muy cabrona y no dejaba de tirarme puntillas y situaciones morbosas, hablando de algunos encuentros y momentos de las fiestas del chalet.
Muchas de las fiestas se realizaron en verano y en la piscina por lo que conocía muy bien el desnudo cuerpo de Marian.
La silla giratoria que ella ocupaba no paraba de moverse de un lado a otro al igual que sus manos que intentaban provocar una batalla en toda regla para conseguir su objetivo.
¡Pero tranquila que nos va a pillar tú marido!
…¡No te preocupes tiene para un rato largo y además se escucha cuando va a subir las escaleras?
Se puso de pie subiéndose la falda para descubrir que no tenía nada más. Tomó mi mano y se la llevó a su entrepierna. Estaba totalmente depilada y el coñito ya mojado. Con un poco de inquietud y presión, comencé a tocarlo muy suave, estaba muy mojado, la mano de Marian se unió al juego, frotó el coño hasta empapar los dedos y una vez mojados sacó la mano llevando a mi boca los revoltosos dedos para que los saboreara, el gusto salado estalló en mi boca. Seguido, sus manos atacaron mí bragueta, bajo su cabeza hasta hacerse con el control de mi polla. Por momentos una multitud de sensaciones recorrían mi cuerpo. Su boca era maestra en su labor y casi llega a culminar si no fuera por la llamada de a cenar que lanzó Carlos desde la cocina. Por un momento estaba salvado, pero no sabía por cuánto tiempo. El subidón fue fuerte y tuve que pasar antes por el baño para arreglarme y que no se notará nada.
Regresé a la cocina, la mesa preparada y todo listo. Carlos muy contento con sus artes culinarias nos sirvió la cena, un revuelto de gambas y setas, espárragos rellenos de marisco, medallones de ternera en una salsa alemana impronunciable y de postre un Strudel de manzana típico alemán.
Muy a gusto cenando y rico el vino que aporte, charlamos bastante, Carlos comentaba que se estaban preparando para la vuelta a las fiestas del chalet, habían tenido un tiempo de desconexión con nosotros porque habían conocido a una pareja con la que hacían escapadas al pirineo y tenían con ellos sus encuentros privados.
Fue un rato muy entretenido en el que estábamos muy a gusto cuando el teléfono de Carlos comenzó a sonar y salió de la cocina. Noté que la cara de Marian cambió y tuve una sensación incómoda que Marian se dio cuenta y rápido volvió a sonreír, pero sin apartar la atención de lo que pasaba en el otro cuarto.
Al poco Carlos entró en la cocina con un cambio de ruta.
…¡Cariño lo siento, tengo que salir urgente a la fábrica por un problema!
¡Por mi tranquilo, ya te he dejado eso funcionando y para las diez me voy que tengo un rato de coche!
…¡Quédate un rato más por favor y me haces compañía un poco! ¡Una horita, lo que nos cuesta un café! Me animaba Marian.
…¡Claro, no hay problema quédate y toma algo! ¡Yo tardaré en venir porque si me llaman es por algo complicado! Comentó Carlos mientras se colocaba una cazadora, tomaba las llaves del coche y salía a toda prisa casi sin despedirse. Montó en el coche, arrancó y tocó la bocina al marchar.
…¡Te diste cuenta que ni me dio un beso!
¿Qué está pasando Marian? ¿Estáis bien?
…¡Siéntate, te pongo un gintonic y te comento!
Nos sentamos uno enfrente del otro en cada sillón y dimos los primeros sorbos a la copa.
…¡Cuando conocimos a esta pareja todo marchaba genial, íbamos juntos a conocer sitios nuevos, excursiones y nos perdíamos en casas rurales y hoteles. Miguel y Clara, el muy majo, pero no es del ambiente y se siente incómodo, pero por complacerla hace cualquier cosa.! …¡Con el tiempo yo me he ido dando cuenta que Carlos está muy pillado por Clara y cada vez pasa más de mí y ya no participamos los dos como solo uno en el juego, notaba continuo desplazamiento! …¡Ahora lo que nunca, tiene llamadas del trabajo en días de fiesta y sale corriendo, se cree que soy tonta. ¡Es ella quien lo llama para quedar con él y me estoy cansando de esto! …¡Libertad sí pero no así, me hace mucho daño!
…¡Está tan obsesionado y absorbido que le da igual todo! …¡La cena de hoy, cumplir y quedar como un tío guay, pero le da lo mismo si te vas o te quedas, va ciego!
¡Me fastidia mucho esta situación Marian!
…¡Yo fui la que le dijo que te llamara e invitarte a cenar, con la idea de montar una fiesta los tres y que reaccionara, pero ya ves el tirón que tiene la chica!
¡Bueno, mira me quedo un rato, nos tomamos unas copas que te descargues y puedas quedar más tranquila! Lo vi apropiado para poder escuchar y dar apoyo a una amiga que me necesitaba, mi idea de sexo se había enfriado ante el papelón encontrado.
Fue relatando situaciones que cada vez me dejaban más indignado pero lo más fuerte estaba por llegar.
Para celebrar el aniversario de veinte años de casados, prepararon una fiesta blanca en unos apartamentos rurales de Huesca. Fueron su hija y el hijo con sus parejas, algunos familiares y también se unieron está pareja que en ese momento lo llevaban muy bien. Una ceremonia sencilla y con banquete para 25 personas y seguido de fiesta con música en el jardín.
Al principio todo muy bien, ella muy emocionada y contenta haciendo de anfitriona con todos, al poco le comenzaron a preguntar por Carlos que no estaba en la fiesta, por si era que se encontraba mal. Marian decidió ir a la habitación para ver si se encontraba mal y al entrar, se encontró con Clara en la cama follando. La reacción de Marian fue cerrar la puerta y volverse a la fiesta para que nadie se diera cuenta de la situación y hablarlo con él en otro momento, por los hijos y familia.
Esa noche Marian durmió en otra habitación y al regresar a casa tuvo una conversación muy seria con Carlos. Somos liberales y me gusta lo que hacemos, pero has pasado una línea roja. Clara llamó a Marian para pedir perdón y arreglar las cosas para no perder esa amistad de los cuatro. Marian, que es fuerte, se calmó dejando pasar unos días y perdonó. Pero ve que la cosa va a peor y que se están enganchando, por lo que se plantea muy seriamente separarse.
Comenté que no me gustaba nada cómo había actuado él, aun siendo una pareja liberal moralmente no me parecía correcto, si tenía que dar ese paso era algo que tenía que pensar y decidir ella sin dejarse influenciar por nadie. Yo como amigo, si me necesitaba para hablar estaba a una llamada 24-7.
Fueron un par de horas hablando y se sintió aliviada porque no era algo que poder comentar fácil con la familia o amigos.
…¡Mira, que le den! ¡Lo que tenga que pasar pasará, pero basta de llorar y de que me joda la noche! Hizo gestos con las manos y tomó la copa dando un buen trago.
Marisa se levantó de su sofá y se sentó sobre mis piernas lanzándome un morreo con ganas y deseo. La fuerza con la que comía mi boca denotaba la furia acumulada y tuve que decirle que fuera más tranquila que yo era un dulce delicado y me respondió que se quería devorar el postre.
Después de un rato en el que nos morreamos y tomamos medidas de nuestros cuerpos con las manos, Marian me dijo vamos arriba al dormitorio.
Nos desnudamos el uno al otro, Marian extendiendo su brazo y con la mano me empujó hacia la cama, dejándome caer, venía guerrera. Tomó la polla con la mano apretando con potencia al mismo tiempo la masajeaba y se metía el glande en la boca, la lengua jugaba con él y por momentos intercambiaba con pequeños mordiscos. Los impulsos en mi cuerpo hacían que me retorciera al llegar descargas de mis músculos. Ella estaba llevando el control y yo me dejaba llevar por lo que marcaba. Fue subiendo mi cuerpo entre besos, lametones y pequeños bocados sin dolor alguno. Me tenía vencido y hacía lo que quería conmigo. Sentada sobre mi cuerpo, con una mano agarró la polla y se la introdujo en el coño, entró suave lubricada por el flujo vaginal caliente como perra en celo. Cabalgaba sobre mí con bruscos golpes que sentía en mi delantera cada vez que su culo golpeaba mi cuerpo en el retroceso, la intensidad fue a más y con ella los suspiros y gritos que cada vez aumentaban más el volumen hasta que llegó al orgasmo dejándose caer sobre mí y besar mi boca.
…¡Quiero que hagas algo! Me dijo.
…¡En ese cajón hay una cámara de vídeo y quiero que me grabes como yo te pida!
Por mi no había problema así que abrí el cajón y tomé la cámara. La encendí y le pregunté cómo quería empezar.
…¡Juega con mi culo hasta que me corra!
Se colocó en la cama a cuatro patas brindando a mis ojos la vista de un maravilloso culo, su rojizo coño aun desprendiendo flujos y un ano juguetón pidiendo que lo penetraran.
Los dedos de mi mano libre, principio jugaron con la vagina y una vez humedecidos pasaron a la acción. Con la humedad en mis yemas fui dando circulitos masajeando y relajar el ano que respondía abriéndose como una flor en busca de luz, uno de mis dedos se introdujo despacito y con movimientos suaves el ano se fue mojando y soltando presión, sin esperas otro dedo siguió el camino marcado, con dos en el interior el movimiento repetido de entrar y salir hacia que el placer diera presencia y Marian comenzaba a suspirar y pedir más. Poco a poco los dedos entraron todos como un embudo, introducía la mano entera y al salir estaba cubierta de flujo, parte del brazo también logró entrar, Marian pedía más fuerte y yo aumentaba la intensidad. El orgasmo anal llegaba y un torrente de flujo corría por las piernas y mi brazo, que continuaba entrando y saliendo más rápido. Me tenía tan salido que, sacando el brazo del culo, me situé detrás y la follé el culo con fuerza. La cámara ya no sé ni a donde grababa porque perdí el control de ella. El morbo del momento pudo conmigo. La follada fue bestial y caí sobre ella extasiado y sin fuerzas, nos dejamos caer en la cama uno junto al otro con la mirada perdida por el techo de la habitación.
Nos recuperamos un poco y Marian me habló.
…¡Quiero hacer cosas que deseo y a él no le gustan! ¡Me ha follado el culo, pero nunca metió ni un solo dedo, ahora me entró hasta el brazo!
Reímos por un momento mientras recuperábamos el aliento.
…¡Quiero algo más que nunca hice y me atrae! ¡Vamos al baño!
Entramos en el baño, creía que me iría a proponer follar en la ducha, pero no, me tenía que sorprender nuevamente.
…¡Quiero que orines en mi boca, quiero sentir el fuego del calor!
Se puso de rodillas delante mía tomando mi polla y con la boca abierta se la posicionó sobre el labio inferior dejándola relajada a la espera de mis fluidos. Me costó un poco porque la situación no es fácil pero poco a poco fui descargando y llenando su boca con mi orina, llegando al desborde que corría por el cuello y seguido sus pechos hasta mojar gran parte de su cuerpo. Estábamos en el plato de ducha y nos dimos una buena mojada limpiando nuestros cuerpos.
Habían pasado cuatro horas como nada. Nos tiramos desnudos en la cama ya más tranquilos, hablando relajados. Marian me dijo que se sentía feliz y relajada como desde hacía mucho no se sentía. Yo estaba junto a ella relajado, pero según ella comentaba los pasos de esa noche, mi pequeño se ponía contento por momentos, mi cuerpo no estaba para un asalto más y propuse retirarnos, también estaba ya un poco inquieto por la hora y si Carlos se presentaba.
…¡Tranquilo, llegará a mediodía como siempre! Me decía Marian.
Pero no estaba tranquilo y comenté que ya me tenía que ir, con la excusa de hora y media de carretera.
.,.¡Bueno vale, pero con un regalito para el viaje!
Tomó de nuevo mi polla y comenzó a masturbarme con fuerza hasta que llegué a convulsiones, se la metió en la boca y descargué la poca leche que me quedaba en ella, que tragó toda dejando mi capullo limpio.
Me despedí de Marian, eran ya las seis de la mañana cuando tomé el regreso a casa y casi las ocho cuando llegaba. Me dio tiempo a repasar toda la situación que me había contado y no dejaba de sentir malestar y tristeza por ella.
Días después, hablamos varias veces. Lo tenía decidido y se tenía que separar. Por lo pronto, Carlos abandonó la casa y se fue a vivir con Clara que también dejó tirado a su marido por esa aventura. Lo peor para Marian, tener que explicar a sus hijos y familia porque la separación.
Como prometí, mi teléfono estuvo abierto y me llamó muchas veces, unas, rota llorando y otras, contenta por el paso dado.
También me acerqué a verla y tuvimos momentos divertidos, pero eso es otro relato.